La hora de la comida es, sin duda, uno de los momentos más tensos y complicados en la vida diaria de todo padre con hijos pequeños.
“Anda hijo, come y calla”
En la mayoría de las casas se sabe qué es lo que le gusta al niño y qué no, con qué plato le va a costar horas comer y cuál de ellos va a querer repetir.
Pero lo realmente importante para el buen desarrollo del niño es que aprenda a comer de todo, por los distintos nutrientes que pueden aportar los diferentes alimentos y para que no se encasille en apenas unos pocos productos que le gusten.
Así, además, aprenderá la diversidad que existe.
Es primordial saber crear unas reglas en la mesa que se vayan a cumplir.
Una norma clara podría ser: “cuando te lo acabes todo, te levantas”, que debe cumplirse siempre y para todos los alimentos; sino, cuando haya una comida que le agrade no tendrá problemas, pero si cedemos a la hora de permitirle dejarse algo que no le guste, el niño aprenderá que con un par de quejas se deja lo que no quiere.
Las normas deben plantearse sobre lo que el niño debe hacer, no sobre lo que no debe hacer. Por ejemplo: “si no te lo acabas todo, no te levantas”.
Uso de los refuerzos cuando cumpla las reglas
Igual de importante es saber reforzar al niño cuando haya cumplido dicha regla, ya sea con un simple “¡qué bien has comido hoy!”, con un postre que le guste mucho o con actividades posteriores a la comida que le motiven a acabarse “eso” que no quiere comerse.
El comentario debe ser muy positivo, sin matices ni recriminaciones de otros momentos anteriores, como “ya podrías comer así de bien todos los días…”.
Así, es muy probable que lo vea como un reproche y en absoluto como algo positivo.
Una vez se sabe reforzar las conductas adecuadas del niño, hay que aprender a hacer lo contrario con aquellas que no sean deseables, como las quejas o las típicas pataletas.
Si, por ejemplo, a la norma explicada anteriormente le sigue una serie de respuestas como “es que no me gusta” o simples lloros o rabietas, la solución es ignorarlas, no prestando atención al niño, pues queremos que desaparezcan.
La mítica solución de “pues te lo dejo para la cena” no funciona, porque es precisamente eso lo que el niño quiere: dejar de comer en ese momento.
No piensa en ello como un castigo, pues la consecuencia está demasiado demorada en el tiempo.
La edad importa
Obviamente, la edad del niño influye a la hora de cómo aprenda a comer. Cuanto más pequeño sea el niño, antes podremos enseñarle.
También usaremos técnicas distintas, como ayudarle a comer, ir muy poco a poco, motivarle y reforzarle constantemente…
A un niño mayor hay que darle más autonomía, pero resultará más complicado que aprenda algo distinto si lleva años comportándose de forma incorrecta.
No, no hay forma posible de conseguir que a tu hijo le guste todo y no se queje a la hora de comer, pero así aprenderá desde pequeño a ampliar su repertorio y tú como padre a que, quizá si le das la mano a menudo, acabará aprendiendo a cogerte el brazo.
Fuente: El portal del hombre