Aquí os dejo otro artículo publicado en un periódico local, espero que os guste!!!!
“estoy deprimido…” “no tengo ganas de nada…” “me cuesta respirar!” “me noto demasiado ansioso” “no valgo para nada…” “no sé lo que me está pasando…” “no puedo seguir adelante…” “mi hijo no tiene normas…”
Estas frases son algunos ejemplos de lo que los psicólogos solemos encontrar en consulta cuando alguien acude a nosotros. Lo fundamental, claro está, es, que ha de haber un problema psicológico y que la persona QUIERA resolverlo o hacer el cambio.
Y es que la persona que decide acudir a la consulta del psicólogo muchas veces no sabe qué va a encontrarse, que vamos a decirle, con qué impresión saldrá… Es por ello que esa primera consulta es muy importante para los dos, para que el paciente se sienta escuchado, comprendido y aliviado por saber que se puede actuar y hay solución, y para el psicólogo el hecho de tener delante a una persona vulnerable confiando en él y siendo empático mostrando la importancia que tiene su problema para él.
Yo siempre he dicho una cosa, y es, cuando persona acude a donde mi como psicóloga o a donde cualquier otro compañero de profesión, pidiendo ayuda ante algo que no le permite seguir con su vida cotidiana de manera saludable, ya es importante, sin entrar a valorar el grado de gravedad que pueda o no tener o su importancia, porque eso se lo damos cada uno según como lo vivamos e interpretamos, por lo que si a ti te supone un problema ya es algo que importa y que hay que trabajar para solucionarlo.
En definitiva, no existe una pauta clara sobre cuál es el momento adecuado para pedir la ayuda profesional de un psicólogo. Se trata de una necesidad subjetiva, que no depende tanto del problema o situación por la que está pasando la persona, sino de la afectación que le supone o del grado de competencia que siente para hacerle frente.
Debemos acudir al psicólogo cuando…
- Con frecuencia tengamos un fuerte sentimiento de tristeza, apatía y poca o ninguna ilusión por las cosas, haciéndonos creer que nuestras vidas no tienen sentido.
- · Nos cueste encontrar algún momento o actividad que nos resulte agradable y no seamos capaces de encontrar cosas positivas en nuestro día a día
- Tengamos sentimiento de incomprensión y/o abandono, no sentirnos acompañados.
- · No sepamos como autogestionar nuestras emociones, sintiéndolas de manera adecuada y adaptativa, sin que sean extremas.
- Nos volvamos negativistas y pensemos que todo lo malo nos ocurre a nosotros y que eso no va a cambiar, que nos salen mal las cosas y no tiene remedio.
- Estamos atrapados por miedos que nos impiden salir a la calle, relacionarnos con otras personas, permanecer en un sitio cerrado, hablar en público, viajar, etc… Es decir, cuando el temor o la inseguridad nos impiden desarrollar nuestras habilidades y disfrutar de cosas que nos rodean.
- La obsesión por padecer graves enfermedades o contagiarnos de ellas nos lleva a conductas extrañas y repetitivas, las cuales si no se realizan nos generan ansiedad.
- En casi cualquier situación perdamos el control y sólo sepamos responder con agresividad o con un llanto inconsolable.
- Nos damos cuenta de que fumar, beber o consumir cualquier otra droga, hacer apuestas…, se ha convertido en una rutina excesiva de la que no sabemos salir y que genera alteración en nuestra vida o en la que de quienes nos rodean.
- El estrés empieza a mostrarse a través de sus síntomas psicosomáticos: insomnio, problemas digestivos, cardiovasculares, sexuales…
- La ansiedad se hace habitual en nuestro día a día e impide que mantengamos tranquilidad, pensamientos positivos o realicemos actividades sin que nos invada el malestar y sensación de desbordamiento.
- Tenemos problemas para comunicar las cosas a los demás y lo hacemos a gritos, con agresividad o haciendo desplantes y huyendo.
En definitiva, cualquier situación que percibamos como amenazante o problemática y que no nos permita seguir con nuestro día a día, interfiriendo de manera negativa y generando impedimento en nosotros.
No dude en contactar con un profesional si tiene alguna duda respecto a alguna vivencia que pueda estar teniendo y que crea que pueda afectar a su salud mental y emocional. Si cuidas tu cuerpo ¿por qué no tu mente?
Si siento depresión, cantaré. Si siento tristeza, reiré. Si me siento enfermo duplicaré mi trabajo. Si siento miedo seguiré adelante. Si me siento pobre pensaré en la riqueza. Si me siento insignificante recordaré mis metas. – Og Mandino